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NarniaticO
Hidalgo
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NarniaticO
Hidalgo
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 Publicado: Lun Ago 17, 2009 4:35 am Asunto: |
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Estaba limpiando su habitación, recordando, al mismo tiempo, la pelea que había tenido con su familia hace unos instantes. Se sentía furiosa con la idea de que sus hermanos la contradigan y la miraran con cara de decepción cada vez que ella negaba recordar algo del “Mundo de Narnia”.
Se detuvo por un instante y se sentó en la cama a analizar todas las palabras que había dicho y buscar entre ellas algo que pudiera haber sido demasiado duro. Lo primero que recordó fue como le hablaba Lucy, le decía “Puedes creer que ya nunca volveremos a Narnia, me gustaría sentarme en nuestros tronos de Cair Paravel, o ver a las sirenas danzar en el mar, mientras nosotros jugamos una partida de ajedrez con el señor Tumnus, como lo extraño, ¿A quién extrañas más?”
– A nadie –recordó haber dicho– como extrañar a un personaje de nuestros juegos, ni siquiera recuerdo sus nombres.
– Narnia, inclusive su nombre era hermoso, yo pienso que a quien más echo de menos es a Aslan...
– ¿Quieres parar Lucy? –gritó Susan, deteniendo a Lucy secamente– pareces una niña tonta, “un juego” –en este punto, Susan se había puesto de pie y ahora se encontraba muy cerca de Lucy mirándola fijamente a los ojos dijo–, eso era Narnia, así que ya deja de hablar de ella como si fuera real.
Los ojos de Lucy se tornaron rojos de furia y se llenaron de lagrimas listas para escapar, mientras que su boca se retorcía, dando paso a que rompa en llanto. Aguantando se puso de pie y salió de la habitación a toda prisa.
Susan desde la habitación de ellas (ambas dormían juntas, pero en camas separadas) escuchó que alguien detuvo a Lucy y le pregunto por qué lloraba.
– ¿Qué te sucede? –preguntó a Lucy, una voz masculina de un joven.
– Nada… yo solo…
– Estabas saliendo del cuarto de Susan, ¿qué te hizo ahora? –diciendo esto, el joven se aproximo a pasar al cuarto de la “agresora”.
–Edmund espera –dijo Lucy, intentando detenerlo, pero ya era muy tarde, el muchacho había entrado a la habitación.
Susan se encontraba volteada, quitando el polvo de un viejo estante.
– ¿Oye Susan te encanta hacer sufrir a tus hermanos o que es lo que sucede contigo? –exclamó Edmund muy serio.
– Hermanito, si quieres ser la Reyna del drama, por hoy el puesto lo tiene Lucy, así que lastima –burló Susan sin voltear o dejar de hacer lo que hacía.
– ¡Te hice una pregunta! –insistió Edmund, apresurándose hacia Susan, tomándola y volteándola del brazo bruscamente, para que lo mirara a los ojos.
A Edmund se le partía el corazón al ver a Lucy llorar y odiaba a quien haya provocado eso.
– ¿Tienes idea de quién soy?
– ¡El Rey Edmund, el Justo! –dijo Susan con un tono de mas burla que el anterior.
– Me refiero a quien represento en esta casa, sabes perfectamente que no me gusta que hagas sufrir a Lucy, ¿cuánto corazón tienes para poder disfrutar verla así?
– Tal vez no tenga corazón, pero tengo cerebro, si a ustedes les gusta ser la burla de las personas diciendo que conocen un mundo imaginario, está bien, pero déjenme fuera de esto. –indicó Susan, tornándose seria y dando fuertes gritos que seguramente se escuchaban hasta fuera de la casa.
– ¿Qué les pasa? –exclamó otro joven, que ingreso en la discusión al darse cuenta de esta y notar que se estaba saliendo de las casillas– ¿no podemos vivir sin peleas y gritos?
– Al parecer no, no si sigo teniendo hermanos tan inmaduros, y no digas nada Peter, que se que te les unirás. Y tú me lastimas –dijo mirando esta vez a Edmund–, así que suéltame.
– ¿A qué te refieres al decir “no si sigo teniendo hermanos tan inmaduros”? –intervino el mayor de los hermanos.
– Me refiero a que ya soy mayor de edad, buscare un empleo y pronto me largare de aquí. No pienso seguir viviendo con un grupo de idiotas.
Este mismo día los Pevensie viajarían en tren con destino a la casa de la abuela Pevensie, la madre de su padre. Helen, la madre de los chicos, estuvo alistando las cosas en su habitación, la cual era muy callada y desde donde podías dormir plácidamente debido a que no escuchabas ninguna clase de ruido. Pero cuando todo estaba listo, fue a buscar a sus hijos para salir ya y los encontró discutiendo.
Lo primero que vio fue esto: La pobre Lucy tenía las manos temblando en su carita, la cual estaba empapada de lagrimas y llevaba los ojos rojos de tanto llorar, sin duda ella era quien mas sufría con toda esta situación y si tu hubieras estado presente te habrías lanzado a abrazarla y consolarla.
– ¿Chicos ahora que sucede? –preguntó la dulce Helen, mientras llevo a Lucy a sus brazos– les dije que iríamos con la abuela, no pueden seguir discutiendo así, miren como tienen a Lu.
–Mamá, perdóname, pero no tengo la intención de salir hoy, llévatelos a ellos – propuso Susan.
Al ver que Susan hablaba muy en serio y decidida, lo hizo, dejo a su hija mayor en la casa y llevo al resto directo a la estación de trenes londinense.
Al recordar todo, exactamente como había pasado, se tapo la boca y dejo caer una lágrima. Se percato de que esta discusión había llegado demasiado lejos. Edmund se atrevió a lastimarla, ella les dijo idiotas y solo en ese momento tomo en cuenta cuanto le dolía a Lucy presenciar todo eso.
Última edición por NarniaticO el Jue Sep 23, 2010 4:29 am, editado 3 veces |
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Aquamar
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Ubicación: En el paramo del farol
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| Publicado: Lun Ago 17, 2009 8:02 am Asunto: |
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Wow
tu Fanfic esta genial, continua pronto |
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AmbaR
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NarniaticO
Hidalgo
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| Publicado: Lun Ago 17, 2009 4:36 pm Asunto: |
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Hoy, 17 Agos
20:00 pm
Última edición por NarniaticO el Mie Ago 19, 2009 2:01 am, editado 1 vez |
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Aquamar
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Ubicación: En el paramo del farol
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| Publicado: Lun Ago 17, 2009 5:01 pm Asunto: |
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| lo espero con ansias |
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diiana_Narnia
Mariscal
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NarniaticO
Hidalgo
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| Publicado: Lun Ago 17, 2009 9:42 pm Asunto: |
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Ya había analizado todo el asunto, se había dado cuenta de lo grosera que fue y quiso remediarlo, esta sería una de las pocas veces que Susan se disculparía (y esta vez tendría que hacerlo con la familia completa).
Paso cerca de dos horas, pensando una buena forma de pedir perdón, cuando tocaron a la puerta. Era una de sus vecinas, una anciana muy amiga de la Sr. Helen.
– ¿Cómo te encuentras Susan? –preguntó la vecina.
– Mejor… quiero decir… bien.
– De acuerdo… tu madre me pidió que te diera esto –puso en las manos de Susan un sobre de carta– me dijo que lo habrás y lo leas. Si necesitas algo solo dime, ¿de acuerdo?
– Pero está abierta.
– Oh… es que… yo… fue Thomas, ya sabes cómo es el de metido.
– Sí, seguro fue el –susurró Susan para sí misma con un tono sarcástico.
– ¿Perdón?... como sea. Hablando de Thomas, le dije que te acompañe, para que no estés sola en tu almuerzo.
– Muchas gracias, es muy amable de su parte. Adiós.
– Hasta luego.
Diciendo esto la anciana se alejo en dirección a su antigua casa.
Thomas era un muchacho de la edad de Edmund, se había vuelto muy amigo de Susan esos últimos años, puesto que el parecía haber sido cortado con la misma tijera que ella. Eran idénticos, no físicamente, sino mental.
Susan estaba enamorada del en secreto, pero no estoy muy seguro de lo que él sentía hacia ella.
La hermana mayor de los Pevensie se sentó en el sofá y se preparo para leer las palabras de su mamá, abrió el sobre y saco el papel que este contenía:
No quise decírtelo directamente, se que estas muy enojada y que no quieres platicar, pero si puedes leer:
Vamos a quedarnos con la abuela por esta noche para que pienses sola en lo que hiciste (o volviste a hacer), no quiero que esta situación se repita tantas veces, y tampoco creo en las cosas de las que tus hermanos hablan, pero me gustaría que reaccionaras de una forma diferente con ellos, sobre todo con Lucy.
Pdta.: Comida hay la suficiente para ti, eso no es algo de lo que debas preocuparte.
Media hora habría pasado cuando volvieron a tocar su puerta, las 13:00 pm, era Thomas, llevaba un plato de tallarines rojos con mucha salsa de tomate y una bebida familiar en la otra mano.
– Thomas, ¡Que rico!, espero que ese plato sea para mí.
– Jajá, sigue soñando niña.
– Malo –dijo ella como una niñita a quien le quitan un chupete– ¿qué esperas?, pasa…
El joven se sentó en el comedor, esperando a Susan, quien cerraba la puerta principal.
– Oye, ¿Por qué te volvieron a dejar sola?
– Volví a discutir con mis hermanos los narnianos, jaja –ambos se echaron a reír–
Luego comenzaron a burlarse continuamente de Lucy, Edmund y Peter. A ella le fastidiaba un poco la situación, pero prefería burlarse de sus hermanos a que sus “amigos” se burlen de ella.
Luego de terminar de almorzar Thomas se sentó en el sillón a ver la vieja televisión en blanco y negro de los Pevensie. Mientras sonó el teléfono y Susan pasó a contestar.
–Buenas Tardes ¿Es la casa de los Pevensie? –preguntó una voz de hombre, quien parecía ser una autoridad por el timbre de su voz. Pero la voz se debilitaba un poco al hablar, como si hubiera algo que tendría que decir que era muy fuerte para decirlo por teléfono.
– Sí, soy Susan Pevensie, ¿qué sucede? –dijo ella asustada.
– ¡La Necesitamos en la estación de trenes, es urgente!
El hombre le dijo que era un bombero y le dio las indicaciones para llegar, pues era una estación lejana, pero no especifico que sucedía, Susan no pensó dos veces y se decidió a ir.
– Oye Thomas, ¿me acompañas?
– ¿Qué a donde?
– ¡No tengo idea, un bombero llamo, me dijo que me necesitaba en la estación de trenes y que es urgente!
– ¿Estás loca?, no pensaste en que te puede estar engañando, que tal si te quiere hacer algo.
– Entonces ven conmigo…
– No puedo lo siento, ten cuidado.
Ambos salieron de la casa, Thomas en dirección a su casa y Susan en dirección a una de las sorpresas más duras que recibió en su vida…
Última edición por NarniaticO el Lun Ago 09, 2010 3:43 am, editado 2 veces |
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Aquamar
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| Publicado: Mar Ago 18, 2009 5:02 am Asunto: |
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wow increible
tengo muchas ganas de leer el siguiente capitulo
continuala |
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AmbaR
Novato
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NarniaticO
Hidalgo
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| Publicado: Mie Ago 19, 2009 2:00 am Asunto: |
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Proximo Capitulo
Miercoles, 19 de Agos
20:00 pm |
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Aquamar
Novato
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Ubicación: En el paramo del farol
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| Publicado: Mie Ago 19, 2009 12:08 pm Asunto: |
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esperando... |
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NarniaticO
Hidalgo
Reputacion: 36
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| Publicado: Mie Ago 19, 2009 11:25 pm Asunto: |
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Tomo el primer carro que la pudiera llevar a esa dirección, planeaba tomar un taxi, pero encontró uno de esos autobuses londinenses de dos pisos que te llevan rápidamente a tu destino.
Subió y permaneció pensando bien en lo que hacía, ¿era seguro ir a ese lugar solo?
Hora y media pasaron y cosas terribles que no se había imaginado antes llegaron a la cabeza de Susan, ¿Qué clase de hombre era el tipo que la llamó? ¿Por qué la necesitaba con tanta urgencia?... Decidió regresar a casa apenas bajara del autobús, no entraría a la estación, ya que esta era la próxima parada.
– Voy a bajar –avisó Susan al conductor.
El auto doblo y todos en él se llevaron una gran sorpresa, la entrada a la estación subterránea de trenes estaba bloqueada por montones de personas, personas desesperadas gritando y llorando, también estaba la prensa era un completo caos.
Susan decidió ir a ver qué sucedía, bajo del auto y camino hasta las personas que bloqueaban la entrada de la estación, de pronto salieron cerca de veinte oficiales a aclarar las dudas de los revoltosos.
De pronto las personas comenzaron a hacer preguntas a los oficiales, como:
– Señor quiero saber si “tal tren” fue parte del accidente.
– ¿La Señora “…” murió en el accidente?
Cuando se aclararon todas las dudas, se despejo el panorama bastante, la prensa empezó a irse, igual que montones de personas.
Susan se estaba desesperando, comenzó a comprender el por qué de la urgente llamada, Los Pevensie habían estado dentro de uno de los trenes que chocaron. Las lágrimas comenzaron a caer de sus ojos y la desesperación invadió su cuerpo, desde los pies hasta la cabeza, no dejaba de temblar. Entonces se decidió a entrar, comenzó a bajar las escaleras lentamente adentrándose al subterráneo.
Al verla, un hombre se acercó a ella diciendo:
– Buenas tardes –dijo el oficial, quitándose el sombrero de policía y mirándola tristemente.
– Soy Susan Pevensie –afirmó Susan, atemorizada– me llamaron con urgencia.
– Su familia estuvo…
Su no lo dejo terminar y se lanzo a los brazos del hombre, llorando inconsolablemente.
– Tranquila –decía el hombre, mientras acariciaba la cabeza de Susan– venga conmigo.
Pero ella no se movió.
– ¿Quiere verlos? –insistió– o prefiere hacerlo cuando este más tranquila.
– Solo dígame –dijo Susan– ¿Están muertos?
El hombre asintió lentamente con la cabeza. Su se toco el corazón, sentía que le habían clavado un puñal en él y lo profundizaran con la imagen del hombre asintiendo.
El hombre la llevo a una esquina de la estación donde había más personas llorando y tomando agua de azahar (para calmar los nervios).
– Soy el oficial Grint… solo llámeme Dean –y se fue a recibir a otras personas que acababan de llegar.
Susan pensó: ¡mi familia muerta! Y pelee con ellos antes de esto, es lo peor que le puede pasar a una persona, ¿Por qué me estas castigando así, Aslan?
Se detuvo al darse cuenta de lo que estaba pensando, ¿Aslan? ¿Que tenía que ver ese personaje de su imaginación con todo esto?
Su mente se vació, estaba en blanco, mientras escuchaba hablar al oficial con una mujer alta, quien era la alcaldesa del lugar.
– Alcaldesa, hay cuatro cuerpos sin reconocer, una familia de cuatro personas –Susan supo que se refería a la de ella– Aquí está la persona que las reconocerán, pero le dije que espere, porque está muy mal.
– ¿Entonces quien es la niña de la que me hablabas?
– No lo sabemos, sus piernas están atrapadas dentro del tren, ya ha fallecido de todos modos. El problema es que no encontramos documentos de ella, no tenemos idea de a quien llamar.
– Tranquilo, encontraremos a su familia. Ya puedes irte.
– No, esperare, quiero acompañar a ella a reconocer a su familia –dijo señalando a Susan– es solo una chica joven, y me da tristeza dejarla sola.
Al rato dejó de pensar en ellos y se concentró en que sería de ella, pero lo olvido también cuando recordó que aun tenía a su Papá. Después de unos minutos se volvió a presentar Dean Grint, el oficial.
– ¿Esta lista? –preguntó.
– Sí, eso espero… –dijo ella, levantándose en pie.
Camino hasta los carriles del tren y vio el gran accidente, había sido desastroso, los dos trenes estaban completamente destruidos habían varios cuerpos entre los escombros, otros muertos tapados con telas. Dean guio a Susan hasta unos cuerpos que estaban cubiertos también, eran cuatro. Susan se acercó y el oficial los destapó uno por uno, para que así ella los reconociera, fue una de las experiencias más dolorosa de su vida. Su cuerpo saltaba levemente cada vez que veía uno de los rostros de sus hermanos. Primero reconoció a Edmund, luego a Peter, su mamá y el cuarto cuerpo fue el peor, era su Padre.
– ¿Qué? ¿Por qué él, el no fue, no fue, el no salió con ellos? –gritaba, mientras volvía a desesperarse– ¿Qué es esto? –volvió a sollozar mientras el oficial la volvió a consolar en sus brazos.
– ¿A qué se refiere, con que no fue?
– Usted no entiende, ellos salieron sin mi papá, y ahora él está aquí, muerto…
– Lo lamento tanto.
– Espere un momento –dijo separando del oficial y secándose las lágrimas – ¿Dónde está Lucy?
– ¿Lucy?
– Mi hermana, pensé que el cuarto cuerpo era de ella, ¡debe estar viva! –exclamó, volviendo la sonrisa y la esperanza a su cara.
– La niña –susurró el oficial.
Susan recordó la conversación de Dean y la Alcaldesa, entonces la ilusión volvió a desaparecer, siendo remplazada por un dolor incontrolable en el corazón.
– ¿Donde está ella? –preguntó suavemente al oficial.
El hombre señala a un montón de escombros un poco apartados de su familia.
– ¿Como llego hasta allá? –dijo corriendo hacia su hermana menor.
– Encontramos a su familia cerca de aquí, pero ella estaba un poco apartada.
– Ella era muy inquieta en los trenes, le gustaba caminar cuando estaba dentro de ellos –indicó mientras se arrodillaba para tocar el rostro de la pequeña Lucy; su cabeza estaba intacta; lo que la mato fue un fierro que atravesó su corazón.
Susan se derrumbo al ver a Lu, sufrió más que nunca.
– No debí tratarte así –susurró, mientras la abrasaba y besaba.
– El funeral lo pagara la Alcaldesa, se ofreció a ayudarte –explicó Dean.
– Muchas gracias.
– Debí escucharte Lu.
– Tome, esto es todo lo que pudimos recuperar de ella –dijo el oficial Grint, dándole a Susan una pequeña pulsera bañada en oro con un relicario que decía “Los 4 Reyes de Narnia” en letras muy pequeñas. Susan lo tomo y se lo puso, era la pulsera favorita de Lucy, la cual siempre traía con ella después de su última visita a Narnia.
– La tendré conmigo eternamente y te la devolveré cuando volvamos a vernos en el País de Aslan…
Última edición por NarniaticO el Lun Ago 09, 2010 3:44 am, editado 2 veces |
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NarniaticO
Hidalgo
Reputacion: 36
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Ubicación: Peru
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| Publicado: Mie Ago 19, 2009 11:32 pm Asunto: |
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Bueno desde aqui, tratara mas sobre como afecto esto en la vida de Susan, como encuentra a alguien en su vida que la hace volver a sonreir y como un monton de sucesos forman otro problema en su vida...
Esta historia la quiero terminar, no importa si no la leen mucho, tendra como 20 capitulos, por lo menos se que Aquamar, diiana_Narnia, AmbaR se toman la molestia de leer... |
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Aquamar
Novato
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Registrado: 10 Dic 2008
Ultima Visita: 28 Ene 2019
Mensajes: 406
Ubicación: En el paramo del farol
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| Publicado: Jue Ago 20, 2009 7:46 am Asunto: |
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Aw!! que capitulo, casi estoy llorando, pobre Susan.
Me quede impactada con lo del fierro que le atravso el corazon a Lucy.
Continua pronto
Bendiciones |
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